Existe una necesidad en relación a nuestros edificios que no somos capaces de solucionar. Cuando nos compramos una vivienda, debido al gran esfuerzo que nos supone pagarla, pensamos que será para toda la vida. En realidad, no estamos demasiado equivocados ya que, si realizamos un correcto uso, conservación y mantenimiento, la vida de nuestros edificios superará la nuestra. Pero la realidad del día a día es que no tenemos interiorizado nuestro deber de mantenimiento y conservación. Las intervenciones que realizamos, mayoritariamente, son motivadas por necesidad de actuar ante la existencia de un problema. Como regla general intervenimos en la impermeabilización de la cubierta o cambiamos la caldera, cuando tenemos ya las goteras en los últimos pisos o cuando empieza a fallar la instalación de forma continuada.
¿Sería posible mejorar esta situación y adelantarnos al problema?